lunes, 21 de febrero de 2011

TATUAJE

Ella trabajaba desde hacía unos meses en un bar, en un puerto de una ciudad española. Para ella era normal el trato habitual con toda clase de hombres, generalmente marineros, que eran la clientela habitual del bar.
Un día llegó al mostrador del bar el hombre más guapo que jamás había visto. Era rubio, alto, fuerte, con una voz maravillosa. A ella le tembló la mano al servirle la cerveza, no pudo disimular que fue un flechazo. El, que no era tonto, se dio cuenta. Al rato él le estaba contando una historia (falsa) de un desengaño amoroso que aún no había superado. Ella embelesada, ya soñaba
con ser ella la que curara su corazón roto. Vivieron una historia corta pero intensa.Ella le entregó su amor incondicionalmente, pero pasado unos días él tuvo que partir. Le prometió que jamás la olvidaría y que regresaría a por ella.
Pasaron semanas, meses, y jamás le volvió a ver. Ella preguntaba por "el holandés", ese era su apodo, a todos los marineros que pasaban por allí. Nadie le daba noticias de su amado. Hasta que un día entró un marinero que le habló de él. Sin saber el daño que le estaba haciendo, le contó que era un don juan, que se aprovechaba de su físico para ligar en cada puerto con una chica. Que incluso había llegado a tatuarse el nombre de alguna de ella para demostrarle su "hipotético" amor. Y que luego todas esas historias servían de entretenimiento y diversión para sus compañeros durante la travesía.
Ella se quedó muda, destrozada, y jamás pudo superarlo ni olvidarse de él.

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