martes, 5 de abril de 2011

LA ESTACION DE TREN

No había nada que hacer; la única cosa era resignarse a pasar la noche en la sala de espera de la estación. No podía creer lo que me estaba pasando, miraba las caras de los demás y encontraba caras de enfado, de cansancio, de aburrimiento. de resignación, incluso de acéptalo con humor que no hay nada que puedas hacer. Pero mi cara debía mostrar la desesperación que llevaba dentro. Había hablado con ella el día anterior, me había dado la última oportunidad de ser feliz con la mujer de mi vida, mi gran amor. Yo había tenido la culpa de nuestra ruptura, ella estaba muy enfadada y con razón. Había intentado ponerme en contacto sin éxito con ella para volver a pedirle perdón.... y por fin ayer ella me atendió el teléfono, me dio la oportunidad de explicarme, de decirle cuales eran mis sentimientos, que mi vida no tiene sentido si ella no forma parte de ella, que me diese la oportunidad de demostrárselo. Y dijo que sí, que sí, me volví loco de  alegría. Ella me contó que si de verdad la quería tanto sería ésta mi última oportunidad. Debía reunirme con ella en Paris esta noche, y mañana partiríamos los dos juntos hacia Moscú, donde ella tenía su nuevo trabajo. No me lo pensé, preparé mi maleta
y saqué mi billete de tren para Barcelona por internet, todo iba sobre ruedas hasta que llegué a la estación y me comunicaron que había un problema y que las salidas de los trenes quedaban canceladas. No podía creer lo que estaba escuchando... intenté llamarla, tenía el móvil desconectado. Estaba bloqueado, no podía pensar con claridad, dí vueltas por toda la estación, el tiempo corría en mi contra, no llegaría a París a la hora acordada y ella pensaría que de nuevo le había fallado, que no debió confiar en mi. Esta vez no era culpa mía, como podría explicárselo.... fue la noche más larga de toda mi vida. Ese era mi última oportunidad, era mi último tren para alcanzar la felicidad y lo había perdido...

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